sábado, 4 de junio de 2011

Complicidad transparente

Manuel Gil Antón*
Sábado, 04 Junio 2011
La semana final de mayo e inicial de junio del 2011 será un hito, por su nivel de cinismo, en la historia de la educación pública en México. No hay que perder la memoria. Es preciso dejar constancia de algunos hechos y dichos.
1. Sabia sentencia: “aclaración no pedida es acusación manifiesta”. Cuando el Presidente dijo que el gobierno federal sí tiene una alianza con el SNTE, pero que “no es política ni oportunista, sino a favor de la educación”, no cayó en cuenta que sus palabras esclarecían y confirmaban lo contrario: lo que niegan. Hay entre el gobierno federal y la dirigencia del SNTE un pacto, un contubernio añejo, pero en esta década como nunca bien atado, al que guían intereses políticos de cortísimo plazo. Si la autoridad educativa nacional —representada por la SEP— se niega a ejercer de manera cabal sus funciones, entre ellas la de evaluar al personal docente, incumple la ley; si de esto no se sigue sanción alguna, hay impunidad.
¿Pruebas? El 31 de enero el tema real no fue el anuncio de la SEP del inicio —tan tardío— de la evaluación sino la firma del “Acuerdo de Evaluación Universal de Docentes y Directivos en Servicio de Educación Básica”. ¿Los firmantes? El secretario del ramo y la dirigente vitalicia del SNTE. ¿Es preciso “pactar” la evaluación, así como negociar sus términos, eventuales consecuencias y modalidades con el sindicato?
2. El Presidente ha dicho que todo cuestionamiento a su estrategia contra la delincuencia es una afrenta al valor que ha tenido y hasta colabora con el enemigo. Se molesta. La historia le dará la razón, espera, como a Churchill. No aprecia, en verdad, el valor de la crítica, a menos que la “crítica” no sea tal y le aplauda.
El martes 31 de mayo expresó algo muy parecido: pese a los prejuicios que hay en relación al (y hacia la confluencia entre) SNTE y la SEP, si logramos “el objetivo de impulsar la calidad educativa que hace falta, todo ese esfuerzo y todos esos costos que sabemos enfrentamos, y toda esa incomprensión habrán valido la pena si mañana el país es mejor educado…”
Esos prejuicios, continuó, “impiden ver la importancia de lo que hoy estamos firmando y lo mucho que hemos hecho”. No son los prejuicios sino, a mi entender, la constancia abundante de los perjuicios que a la educación mexicana ha hecho la existencia y consolidación del impresentable acuerdo SEP/SNTE, atento a todo menos a la sustancia educativa. Para Calderón, el cuestionamiento a lo que cree es simple incomprensión de la “buena voluntad” de los firmantes. “Señor presidente, no hay duda, es usted el presidente de la educación” exclamó la señora Gordillo. Sin palabras.
¿No recuerda el Presidente la férrea crítica que desde la oposición hacía el PAN, y él mismo, a estos arreglos entre el gobierno y los sindicatos corporativos? ¿Se ha olvidado el secretario Lujambio que “su partido” defendió la libertad sindical y se opuso a pactos semejantes?
3. Las palabras no son triviales. La señora Gordillo dijo, en Cholula, que “el SNTE ha garantizado la paz y tranquilidad social en México”. Es un despropósito. Y le aplauden los funcionarios. Sin mencionar por su nombre a la CNTE, se refirió a los hechos, reprobables, de Oaxaca. Al parecer el mensaje es claro: Sin mí, el caos. ¿Quieren que cada estado sea un polvorín como en Oaxaca, o pactamos? A un estadista no le hacen semejante chantaje; a un político menor, preocupado y mucho por la siguiente elección, claro que sí. No faltaba más.
4. No olvidemos lo que se dice. Lujambio levantó la voz y la mirada: “Digámoslo sin ambages, sin rodeos, con toda claridad: en este gobierno hemos cobrado consciencia, todos los actores del sistema educativo, especialmente la SEP y el SNTE, de que uno de los factores más importantes de mejora en la calidad de la educación tiene que ver con la mejora de variables directamente vinculadas a los maestros”.
Si no yerro, tomar consciencia es darse cuenta y estar convencidos: ¿De veras? ¿Los felicitamos por tamaño descubrimiento y sobre todo por la velocidad abrumadora en advertirlo? Descubrir el agua tibia es siempre lamentable. Hacerlo desde la SEP, afirmar tal obviedad oscila entre la tragedia y la más burda comedia. ¿Qué elegir?
Frente a estos hechos ofensivos, sin olvidar tantas palabras y actitudes que lastiman a la inteligencia y la estética propia del hacer político, acopiemos la capacidad de indignación para no quedarnos, quietos, como simples observadores de espectáculos impúdicos. No se vale lo que pasa. Tomemos la palabra. Tenemos la palabra. La crítica es un derecho. Hagámonos cargo. Si no saben que somos ciudadanos, allá ellos. Pero nosotros sí lo sabemos, y luchamos por ello.